SASKIA SASSEN: “No hay ciudad ideal; la ciudad es un animal vivo lleno de conflictos”
Cada 31 de octubre se celebra el Día Mundial de las Ciudades, una jornada designada por la Asamblea General de las Naciones Unidas que este año reflexiona sobre una necesidad apremiante: 'adaptar las ciudades a la resiliencia climática'.
Hace ya más treinta años, la prestigiosa socióloga Saskia Sassen (que actualmente ocupa la cátedra Robert S. Lynd de Sociología de la Universidad de Columbia y es miembro del Committee of Global Thought de la misma institución) reflexionó sobre el concepto 'ciudad' resignificando la palabra. Según Sassen, debemos hablar de 'Ciudad global', un lugar en el que se actualizan continuamente los procesos mundializantes; es decir, donde todo pasa, donde se originan las grandes conversaciones. Porque aquí, en la ciudad, se procesa el pasado, se gesta el presente y se prepara lo que vendrá. Hablamos con Saskia Sassen sobre la 'Ciudad Global' pospandémica y sobre nuestro papel como ciudadanos.
Desde su primera mención de ‘Ciudad Global’ en 1984 hasta ahora, ¿cómo ha evolucionado ésta y cómo ha impactado la pandemia en el concepto? ¿se puede decir que ha entrado en decadencia?
No ha entrado en decadencia: ha sufrido cambios (algunos buenos, otros indeseables). Lo que determina a una gran ciudad es precisamente eso: que cambia, que decae, que se muere... pero la muerte no tiene por qué significar una pérdida, puede ser un renacimiento. La 'Ciudad Global' es un concepto que va acumulando una variedad de nuevas (y también viejas) definiciones y nociones. Hablar de 'Ciudad Global' se ha vuelto más y más pertinente en todo el mundo. No por ser algo especial sino más bien por ser parte de toda una serie de condiciones que emergen como necesarias en nuestra situación actual. Las ciudades invitan a desarrollar historias de este período pandémico, con sus partes negativas y sus partes positivas. Entender estos nuevos formatos es difícil porque son, a menudo, invisibles para nuestros ojos (ya que sus orígenes suelen residir en un pasado aunque este no sea muy remoto). Por ejemplo, la mayoría de las viviendas de nuestras ciudades fueron construidas hace años y eso nos hace olvidar que se han producido cambios fuertes en las urbes (sin embargo, estos cambios no son muy visibles). Es decir, la pandemia es un cambio que requiere análisis utilizando instrumentos diferentes a los que hemos usado para entender las condiciones del pasado. Las nuevas modalidades de 'Ciudad Global' están surgiendo en toda una serie de espacios (ciudades y regiones) y todavía siguen ahora en juego.
¿Cuáles son los grandes desafíos de hoy en día en cuanto a desurbanización?
El gran reto es generar una justicia social que permita a la creciente población empobrecida tener trabajos que funcionen y que no sean abusivos. Si una ciudad expulsa a ciudadanos de clase privilegiada (no rica) por no fortalecer las condiciones de los más empobrecidos, estamos perdiendo una oportunidad. Usemos la inteligencia para el bien de la ciudad y para el bien de sus habitantes con recursos modestos.
Ahora bien: si pensamos en la desurbanización simplemente como algo negativo, corremos el riesgo de no entender que hay toda una serie de cambios en las preferencias de los que buscan vivienda, de los que buscan un nuevo hogar. Entre esas variedades, las ciudades pequeñas surgen como una solución muy atractiva y, al mismo tiempo, esas personas cuentan con la opción de conectarse con su familia y sus amigos que viven en otras ciudades y en otros países.
¿Cómo se imagina la ciudad del futuro ideal?
Desde donde yo percibo el futuro, las ciudades seguirán creciendo en importancia, inevitablemente (incluso si hay pueblos que se van muriendo y otras ciudades van perdiendo residentes). A mi modo de ver, no hay ciudad ideal: la ciudad es un animal vivo con continuos pequeños y grandes conflictos.
¿Qué significa ser ciudadano hoy?
Creo que 'ciudadano' tiene que ver, cada vez más, con cómo logramos existir y vivir razonablemente bien en nuestras ciudades; tiene que ver con ese interés por asegurarnos que podemos maximizar lo positivo de las ciudades. Como ciudadanos, deberíamos reconocer la importancia de la ciudad y de participar para avanzar en las condiciones de ésta.
El término 'ciudadano' llega a nosotros con mucha carga histórica. Según mi lectura, la palabra 'ciudadano' ha ido perdiendo elementos a lo largo de la historia. En parte, el cambio se dio cuando las ciudades empezaron a recibir gente de toda una serie de países, religiones, con preferencias diferentes etc. Se produjeron cambios dramáticos en las grandes ciudades.
Las pequeñas ciudades, por lo general, han seguido siendo pequeñas, lo que permite generar elementos negativos pero también positivos (siendo más sencillo ayudarse cuando hay una situación peligrosa para toda la ciudad, por ejemplo). Esta ambigüedad también ha afectado a la noción de ciudadanía, a menudo dependiendo de las opciones que tiene la persona.
Cuando habla de ciudades analiza el concepto 'voz', ¿qué herramientas tenemos para escuchar esta voz, entenderla y actuar en consecuencia?
Cuando escribo sobre la voz de la ciudad busco manejar mucho más que su voz: la voz es, más bien, una alerta... Tiene que ver con nuestros imaginarios, también con ese sentimiento de saber si una ciudad “nos funciona” (aunque sea imperfecta, ya que no existen ciudades perfectas). Ahí reside la capacidad de lo urbano, que existe a través de las épocas con sus imperfecciones (como nosotros, los humanos).
Se trata de escuchar la ciudad, de reconocer lo que necesita. Y esa es la labor de la ciudadanía. Aunque si nosotros no nos comportamos como ciudadanos, perdemos el entendimiento, la conexión con la ciudad como sistema complejo, abierto, fuerte... pero también frágil si no la mantenemos, si no la escuchamos.
Si hablamos de urbanismo, ¿qué es lo más preocupante que nos encontramos en las ciudades y qué es lo más prometedor?
A mi manera de ver (que traspasa las fronteras del tiempo) es que, en su muy larga historia, la ciudad ha cubierto una variedad increíble de condiciones. Es la ciudad (mucho más que el país o el imperio) la que nos refugió a nosotros, los humanos, a través de milenios... No podemos olvidarnos de esto.
Pero la ciudad nunca fue un ángel; más bien, es el espacio donde aprendimos a protegernos y a matar al enemigo. Nacimos con esas capacidades terribles, pero sí entendimos que había que ayudar al que estaba perdido, herido, porque sabíamos que hasta un cierto punto nos podía pasar a nosotros. Lo más preocupante actualmente, desde mi perspectiva, es la pérdida de vivienda de la clase trabajadora, una clase modesta que cumplió con su trabajo y que espera que la ciudad y el sistema les cuide... y no está pasando. Esa es la gran injusticia.
Prefiere hablar de tierras y aguas agotadas, muertas, antes que de crisis climática, ¿por qué?
Estoy bastante convencida de que, además de términos como “crisis climática”, necesitamos un lenguaje más directo; un lenguaje que nos despierte un poco más cuando lo oigamos. Es importante recuperar la brutalidad de este período.
¿Qué es lo que más valora de su vida en la ciudad?
Su realidad... Hay algo duramente real en la ciudad y no lo podremos entender completamente nunca. Valoro también sus extremos: tener acceso a tantas cosas y situaciones, sí; pero, por otro lado, poder retirarme discretamente, olvidarme de mis obligaciones lo necesito.
¿Cómo podríamos reconectar con el espíritu de la ciudad en un momento pandémico en el que se ha denostado tanto?
Me parece que lo estamos viviendo ahora, en este momento. A mi manera de ver, hemos conectado más; hemos entendido cuánto necesitamos la ciudad. Sin embargo, es difícil contestar a esta pregunta ya que ha habido una diferencia extrema entre las condiciones vividas por los desaventajados y, por otro lado, los que estamos bien, gozamos de nuestros hogares cuando las calles se volvieron “terreno peligroso...”.
¿Cómo suele desplazarse por la ciudad y qué es lo que más le gusta de ello?
Caminando con pasos largos. Caminar por ciertas calles de mi barrio es un placer... y, para mí, ha ganado más importancia tras el virus. Caminar puede ser un acto de resistencia, desde el punto de vista de la salud y la supervivencia.
Redundamos en una de las preguntas que suele lanzar en ponencias y artículos: ¿a quién pertenece la ciudad?
La ciudad, como materialidad sobre la que caminamos, nos pertenece a todos.
En la ciudad nacen los enormes problemas y las inimaginables soluciones. La urbe es ese cosmos de idas y venidas, de tránsito de personas, de intercambio de ideas, innovación y tecnologías que revolucionan el mundo. El lugar desde el que se expulsa, se estandarizan culturas... y, a la vez, en donde se gestan los espacios de confrontación y las movilizaciones sociales. Saskia Sassen habló de 'Ciudad global' hace 30 años y lo sigue haciendo hoy como epicentro de la conversación climática, como el campo de batalla (y de pruebas) desde el que impulsar medidas y políticas medioambientales. La ciudad es, en definitiva, la causa y la solución a la crisis climática, y en ella se decidirá el futuro de nuestro planeta.
