Guía para no perderse con la descarbonización
El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) en su glosario define la descarbonización como “el proceso mediante el cual países, personas u otras entidades procuran lograr una existencia sin consumo de carbono de origen fósil. La descarbonización generalmente hace referencia a la reducción de las emisiones de carbono asociadas a la electricidad, la industria y el transporte”.
Es decir, que cuando hablamos de descarbonización hablamos de reducir progresivamente nuestras emisiones de carbono a la atmósfera con el objetivo de alcanzar las cero emisiones y avanzar en la lucha contra el cambio climático.
Dado que estas emisiones proceden principalmente de la quema de combustibles fósiles para producir nuestra energía, y de los gases de efecto invernadero que en ese proceso se liberan a la atmósfera, la transición energética es uno de los principales focos en los que se está trabajando.
¿Qué son los gases de efecto invernadero?
Lo primero que hay que indicar es que el efecto invernadero es un fenómeno natural de la atmósfera necesario para mantener una temperatura apta para la vida en nuestro planeta.
De esta forma, en nuestra atmósfera encontramos una serie de gases, principalmente nitrógeno y oxígeno, y otros gases denominados gases de efecto invernadero, principalmente vapor de agua y dióxido de carbono, que absorben la radiación infrarroja y vuelven a emitirla, produciendo ese efecto invernadero que permite que la temperatura media del aire superficial del planeta sea de unos 15 °C.
La explicación a por qué un fenómeno natural se ha convertido en un problema la ofrecen en la web sobre cambio climático de la Generalitat de Catalunya. “La cantidad de estos gases naturales de efecto invernadero en la atmósfera ha aumentado y en ella se han vertido, además, gases de efecto invernadero no presentes de forma natural en la atmósfera”. Con el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero, tanto los que formaban parte de la atmósfera como el incremento exponencial de los GEI procedentes de la actividad del ser humano, “la radiación infrarroja es absorbida en la atmósfera y reemitida en todas direcciones, lo que contribuye a que la temperatura media de la Tierra aumente”.
¿Qué son los combustibles fósiles?
Al hablar de combustibles fósiles nos referimos a aquellos combustibles que tienen carbono en su estructura molecular: carbón, gas natural, petróleo y sus derivados. Se utilizan, entre otras cosas, para producir calor y electricidad y, en la actualidad, son responsables de generar el 80% de la energía que se consume en el mundo. Para ello, se les somete a un proceso de combustión, que es donde se produce el problema. Y es que en esa quema se liberan a la atmósfera los gases de efecto invernadero. Entre ellos, el más abundante es el dióxido de carbono (CO2).
“Cuando los combustibles se queman para generar energía, producen distintas cantidades de CO2 y de otros agentes, muchos de ellos, contaminantes. Las emisiones generadas en el proceso dependen de las características de cada combustible y de la tecnología usada para quemarlos. Mientras más carbono en la estructura molecular, mayores serán las cantidades de este elemento emitidas a la atmósfera”, explican en el Center for Climate and Resilience Research de Chile.
¿Qué es la huella de carbono?
La cantidad de emisiones de GEI que una empresa, gobierno, organización o persona libera a la atmósfera como resultado de su actividad. Calcularla nos ayuda a entender cuáles son nuestras fuentes de emisión de gases y a establecer, en consecuencia, hábitos más sostenibles. La ONU cuenta con una calculadora de huella de carbono para los hogares.
¿Por qué es importante la descarbonización en la lucha contra el cambio climático?
En base a evidencias científicas, las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (GEI) son el principal responsable del calentamiento global y, en consecuencia, del cambio climático. El 75% de las emisiones de este tipo de gases, y casi el 90% de las de dióxido de carbono, proceden de la quema de combustibles fósiles para producir energía. De ahí, que se convierta en algo prioritario transicionar de este tipo de combustibles a energías renovables, siendo clave en la mitigación del cambio climático.
¿Carbono neutral es lo mismo que cero neto (net zero)?
No. El carbono neutral o cero neto se refiere a “recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible de emisiones nulas, con algunas emisiones residuales que sean reabsorbidas desde la atmósfera mediante, por ejemplo, el océano y los bosques”, explican desde Naciones Unidas. Por su parte, cero emisiones es, como su nombre indica, ninguna emisión, lo cual hace que no se necesite compensación.
¿Qué aumento de temperatura no debería superarse en la Tierra?
En este punto, se hace referencia al Acuerdo de París, un tratado internacional de la ONU sobre el cambio climático jurídicamente vinculante. El objetivo que se marcó fue limitar el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2ºC, y a ser posible a los 1,5ºC, con respecto a los niveles preindustriales, “reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático”. En la actualidad, 193 partes (192 países más la Unión Europea) han firmado el Acuerdo.
A pesar de ello, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) celebrada en Glasgow en noviembre de 2021 se dio la voz de alarma porque las actividades humanas ya han provocado un incremento de la temperatura de 1,1ºC y las proyecciones indican que se superarían los 2ºC de continuar con el ritmo de emisiones de GEI actuales.
¿Qué plazos se han marcado para conseguir este objetivo?
Según los expertos del IPCC, cumplir con el objetivo del Acuerdo de París solo será posible si las emisiones de CO2 se reducen en torno a un 45% de aquí a 2030 respecto a los niveles de 2010 y si se logran las cero emisiones en 2050.
¿En qué punto nos encontramos?
La COP26 finalizó reconociendo la situación de emergencia en la que se encuentra el planeta y pidiendo a los países que fueran más ambiciosos en sus planes nacionales (Contribución Determinada a Nivel Nacional – CDN) para lograr cumplir el objetivo de reducir las emisiones de carbono en torno a un 45% en 2030. Es más, les invitó a presentar nuevas versiones más contundentes de estos planes durante 2022, en vez de esperar a 2025, como estaba inicialmente previsto.
Y es que los compromisos adquiridos hasta el momento no han sido suficientes: los actuales CDN “nos llevarían a un aumento considerable de casi el 14 % en las emisiones globales de gases de efecto invernadero para 2030, en comparación con los niveles de 2010”. Aquí es donde entra en juego la transición energética.
¿Qué pasos se están dando ya?
La reducción de los gases de efecto invernadero es una acción que implica a todos los actores afectados: gobiernos, empresas, organizaciones y ciudadanos deben trabajar conjuntamente en la consecución de las emisiones netas de aquí a 2050.
Los gobiernos, aunque no con la ambición deseada desde organismos internacionales, ya cuentan con planes nacionales en los que detallan sus medidas para poner en marcha una economía baja en emisiones de carbono, sin olvidar las medidas necesarias para hacer frente a las consecuencias del cambio climático que ya se están dejando sentir en forma de fenómenos extremos como inundaciones, incendios y sequías.
Inversión en proyectos de I+D, apuesta por las energías renovables, desarrollo de procesos de economía circular, iniciativas para compensar las emisiones de CO2… las empresas también están contribuyendo ya a la descarbonización de nuestras economías.
Podría pensarse que esto va de grandes gestos. Así es, resultan imprescindibles. Pero también es importante poner el foco en cada acto, por pequeño que sea, y recordar esa coletilla de que “cada gesto suma”, por muy manida que esté. Porque resulta que sí, que lo hace. A título individual, contribuir a la descarbonización pasa por ir cambiando de hábitos: reutilizar para avanzar hacia una economía circular, optar por una movilidad sostenible (menos coche y más bici, caminar y transporte público), consumir productos de proximidad y de temporada…En este sentido, la ONU ha creado La guía de los vagos para salvar el mundo que recopila un buen número de ideas divididas en cuatro niveles en función de la exigencia que demande cada una de ellas.
¿De qué hablamos cuando hablamos de transición energética?
De dejar de utilizar combustibles fósiles, cuya quema para producir energía genera las mayores cantidades de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera, para usar energías renovables. Se trata de un elemento imprescindible para lograr el objetivo de emisiones netas, dado que el sector energético es responsable de tres cuartos de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según datos del informe Net Zero by 2050 de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El resto corresponde a la industria, el transporte, los edificios, la agricultura y el uso del suelo.
De hecho, en este mismo estudio se apunta a que “lograr las emisiones netas en 2050 requerirá la transformación completa del sistema energético mundial”.
¿Qué son las fuentes de energías renovables?
Las fuentes de energías renovables son aquellas que se encuentran en abundancia en nuestro entorno, las renueva la propia naturaleza y, en su uso para producir energía, emiten pocos o ningún contaminante o gas de efecto invernadero.
En consecuencia, son limpias, accesibles, asequibles, sostenibles y fiables. Estaríamos hablando del sol, el viento, el agua, los residuos o el propio calor de la Tierra.
La AIE considera que “energías renovables, como la solar y la eólica, son clave para reducir las emisiones del sector eléctrico, que es actualmente la mayor fuente de emisiones de CO2” y calcula que para conseguir las cero emisiones, en 2050, casi el 90% de la generación de electricidad debería proceder de estas fuentes.
Entender cómo se produce el calentamiento global y conocer qué es la descarbonización y conceptos como huella de carbono y compensación son necesarios para lograr la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que nos permita cumplir con los objetivos marcados en el Acuerdo de París, avanzando así en la lucha contra el cambio climático.