El gran desafío de la movilidad eléctrica
La ciudad es un hormigueo continuo de gente, un ente con vida propia en el que los habitantes se desplazan incesantemente. Pero no podemos (ya no) concebir una movilidad que no sea ecológica, que no disminuya o neutralice las emisiones: “Un mundo en el que se agregarán mil millones de vehículos adicionales para 2050 simplemente no es compatible con un mundo en el que limitaremos el aumento de la temperatura global a 1,5˚C. Las emisiones del sector del transporte deben caer rápidamente. Para que esto suceda, tenemos que hacer la transición hacia una movilidad sostenible, limpia y eficiente”, en palabras de la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, durante la pasada COP26.
“La movilidad eléctrica, que no produce emisiones en su uso, mejora considerablemente la calidad del aire en las ciudades. Asimismo, para abordar el cambio climático, la movilidad debe estar impulsada por tecnologías bajas o nulas en carbono. Cuanto menor sea el consumo de energía por distancia recorrida, como en el caso de los medios de transporte compartidos y muy ligeros, mayor será su contribución a la reducción general de las emisiones. El desafío es dar forma al desarrollo de la movilidad eléctrica y aprovechar sus beneficios, al tiempo que se impulsa la transformación más amplia hacia una movilidad social, económica y sostenibles desde el punto de vista ambiental para todos: movilidad eléctrica sostenible. Tal progreso, cuando sea apropiado, requiere acelerar la adopción de medios de transporte eléctricos y cambiar a modos de movilidad eléctrica más seguros y eficientes”, como define SuM4All, la iniciativa Movilidad Sostenible para Todos.
Así, se hace latente que la carrera hacia la electrificación de los vehículos parece ser el camino a seguir. ¿Cuál es el panorama actual de la movilidad eléctrica? ¿Será posible un mundo en donde la movilidad sea 100% eléctrica? ¿Es verdaderamente lo deseable? ¿Es suficiente la infraestructura actual para animar a la electrificación de vehículos? ¿Estamos preparados como consumidores para el cambio de paradigma en nuestros desplazamientos?
Asequibilidad
Hoy en día, los vehículos eléctricos siguen siendo más caros que los vehículos de combustión interna. Aunque, poco a poco, la brecha entre ambos se va acotando debido a los diferentes programas e incentivos por parte de los diferentes gobiernos. El último informe publicado por ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) muestra cómo, poco a poco, el camino de la electrificación se va abriendo paso: “ Las matriculaciones de vehículos electrificados, híbridos y de gas (turismos, cuadriciclos, vehículos comerciales e industriales y autobuses) incrementaron sus ventas en enero de 2022 en un 57,8% con respecto al mismo mes del año anterior, hasta las 19.845 unidades entregadas. De estas, 19.084 unidades vendidas fueron turismos. Las entregas de vehículos alternativos (electrificados, híbridos y de gas) superó a las entregas de gasolina (16.579 unidades entregadas) y a las de diésel (15.404 ventas)”.
'Ansiedad de autonomía' y escasez de los puntos de recarga
¿Cuánto duran las baterías? ¿Cuánto se tarda en cargar un coche? ¿Podemos hacer viajes largos en vehículos eléctricos sin preocuparnos del repostaje? ¿Y las electrolineras? Estas preocupaciones son las que se engloban bajo la expresión 'ansiedad de autonomía'. La solución, en pleno debate, tiene fecha tope en el calendario según el Pacto Verde de la Comisión Europea. “Todos los vehículos nuevos matriculados a partir de 2035 serán de cero emisiones. Para velar por que los conductores puedan repostar o recargar sus vehículos en una red fiable en toda Europa, el Reglamento revisado sobre la infraestructura de los combustibles alternativos exigirá a los Estados miembros que amplíen la capacidad de carga en consonancia con la venta de vehículos de cero emisiones y que instalen puntos de recarga y de repostaje a intervalos regulares en las principales autopistas: cada 60 kilómetros para la recarga eléctrica y cada 150 km para el repostaje de hidrógeno”. En España, por ejemplo, se establece la obligatoriedad de que las gasolineras que cumplan ciertos parámetros cuenten con red pública de carga en la nueva Ley de cambio climático y transición energética.
¿Y en Latinoamérica, cómo se lidia con la falta global de puntos estratégicos de recarga? En el caso de Chile, se otorga un sello de calidad (una certificación ambiental a aquellas viviendas que incluyan una cantidad mínima de estacionamientos para vehículos eléctricos según la cantidad de viviendas del conjunto habitacional; además, el Gobierno chileno se encuentra en plena ampliación del mapa de puestos de carga públicos y en su plan de electromovilidad incluyen un sistema de interoperabilidad para que los usuarios puedan cargar en cualquier punto de carga público con una única identificación, diferentes métodos de pago, reservando el lugar de carga adecuado a cada coche… En México, por su parte, “trabajamos en la construcción de la primera red troncal de electrolineras de carga rápida del país expandiendo la infraestructura existente en las zonas metropolitanas de Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara”. Panamá recoge en su Ley de Movilidad Eléctrica el compromiso de “las instituciones públicas, centros comerciales y proyectos inmobiliarios que habilitarán estacionamientos preferenciales para vehículos eléctricos. La disponibilidad de estos estacionamientos deberá ser dimensionada para suministrar, por lo menos, el 15 % de los estacionamientos individuales de cada espacio”.
Pero si hay un reto que trasciende fronteras es la localización de los cargadores, una cuestión absolutamente fundamental, tanto en las zonas urbanas como interurbanas. Requieren, además, de coordinación entre los diferentes proveedores para conseguir un mapamundi de puntos de recarga homogéneo (https://plugsurfing.com/). Huelga recordar que existen cinco tipos de carga: ultra lenta (entre 1,5 y 2,5 kw a través de enchufe schuko, de pared; unas 24 horas de carga); lenta (de 3,3 a 11 kw, con enchufe doméstico tipo 2 o mennekes; entre 10 y 12 horas de carga); media (entre 11 y 22 kw, con enchufe trifásico, tipo 2, mennekes en casa, o carga ChaDeMo con un punto de carga público, unas 5 horas), rápida (más de 50 kw, con corriente continua.y enchufe CCS2 Combo o ChaDeMo, en estación pública; 1 hora de carga); y ultrarrápida (en estaciones de carga públicas específicas para ello; unos 30 minutos de carga).
Actualmente, la media de autonomía de los vehículos ronda los 200-400 km, lo que supone una recarga continua (aunque existen gamas más altas). Con respecto a las baterías, las empresas del sector buscan que sean de mayor capacidad, mayor duración y, en la medida de lo posible, menor precio. De hecho, ya se está trabajando en baterías con autonomías de 1200 km, también en alternativas a las baterías de litio para disminuir los tiempos de recarga (por ejemplo, el gigante chino CATL ha presentado ya una primera generación de baterías de iones de sodio, que prometen cargas de 15 minutos, o el grupo Toyota con sus baterías de estado sólido y su densidad energética ).
El empleo
Las dudas y temores sobre el viraje que la electrificación de la movilidad supondrá para el mercado laboral es latente. La plataforma del World Bank dedicada a la movilidad sostenible SuM4All (Sustainable Mobility for All) reflexiona al respecto: “La transformación de la movilidad tiene el potencial para crear un aumento neto del empleo en el sector del transporte. Estos impactos positivos en el empleo deben promoverse, y deben desarrollarse planes de apoyo, como planes de capacitación y recapacitación, para ayudar a los trabajadores, independientemente del género, a adaptarse a los nuevos roles e industrias. Se necesitan políticas del mercado laboral para administrar la transición al empleo de la movilidad sostenible. Se prevé que la pérdida de empleos afectará principalmente al sector del petróleo, seguido del sector de fabricación de vehículos automotores”.
Sin embargo, un reciente informe de Fraunhofer Institute for Industrial Engineering (IAO) asume que la mayor pérdida de trabajos se dará en el sector de la fabricación de componentes “ya que la cantidad de trabajo necesaria para la cadena cinemática eléctrica es menor que la de los sistemas de propulsión convencionales”. Pese a todo, el informe es mucho más optimista que el lanzado por el mismo Instituto dos años antes y apunta a la tecnología como el motor laboral que pondrá nuevos puestos de trabajo sobre la mesa. "La industria del automóvil se enfrenta a una tarea monumental a consecuencia de esta transformación. Esto implica establecer nuevos sistemas de creación de valor y compartir y asegurar el conocimiento de nuevos modelos de negocio y tecnologías; la única manera de dominar los retos que plantea la transformación y asegurar la creación de valor y los puestos de trabajo en el lugar correspondiente es trabajando juntos”.
Cabe destacar los ejemplos de México y Brasil, que se configuran como los grandes polos de fabricación y exportación de vehículos en la zona de América Latina y Caribe. “En los últimos años, han fabricado aproximadamente el 10% de los vehículos a nivel mundial y alrededor de medio millón de vehículos al mes en conjunto. Esta industria emplea, en México, cerca de 900,000 personas y más de 500,000 de manera directa en Brasil”, reza el Informe sobre Movilidad Eléctrica de la ONU. Un perfecto ejemplo de transformación de actividad.
La desaparición de los trabajos relacionados con los vehículos de combustión interna vira en la aparición de nuevas necesidades productivas en el mercado de la electrificación. "Es la transición al vehículo eléctrico lo que permite impulsar la transición de empleos hacia sectores anexos como la energía y la infraestructura, que tendrán una gran necesidad de mano de obra en los próximos años", concluye el informe. Se hace necesario, por tanto, apostar por el vehículo eléctrico, incrementando el volumen de producción, así como un plan de formación específico.
Un cambio en los hábitos de consumo y desplazamiento
¿Sabías que un vehículo permanece estacionado el 95% del tiempo? Generalmente, la necesidad de desplazamiento diario queda cubierto con 17,1 km en 2,44 desplazamientos diarios, siendo cada desplazamiento de unos 25 minutos. Esto quiere decir que un día cualquiera en el que un usuario vaya y vuelva de su domicilio al trabajo, solo utiliza el coche un 3,14% del tiempo del día. Si aplicamos esta media (de 2,44 desplazamientos diarios) a la vida cotidiana del ciudadano, cuando finalice el año éste habrá utilizado su coche para un 5% de su tiempo, incluyendo los viajes vacacionales (https://www.crtm.es/media/712934/edm18_sintesis.pdf), lo que significa que un vehículo recorre unos 12.600 km de media al año (https://www.arval.es/sites/default/files/inline-files/Arval_AMO_2020_0.pdf). ¿Conclusión? Aparte de los desplazamientos medios diarios de 17,1 km, hay periodos vacacionales en los que el vehículo se usa con más intensidad kilométrica.
Con esta reflexión en la mano, es más sencillo valorar qué vehículo eléctrico es más adecuado para cada ciudadano según su autonomía. Una buena elección podría ser el vehículo urbano privado (para uso diario y algún que otro viaje esporádico), con un precio bajo de adquisición y una autonomía en torno a los 200 km. También, optar por una opción de car sharing o ride hailing. Tal es el caso de Cabify, que en el año 2019 formalizó un objetivo que hoy se mantiene: alcanzar una flota colaboradora de vehículos totalmente eléctrica en 2025 en España y en 2030 en América Latina y, en el camino hacia la meta, la compañía mantiene el compromiso de compensación de todas las emisiones generadas.
Para viajes largos, es recomendable elegir otros medios de transporte respetuosos con las emisiones de gases de efecto invernadero, como pueden ser los trenes eléctricos o vehículos eléctrico privados de más de 400 km de autonomía (eso sí, implicaría planificar la ruta con aplicaciones internas de los propios vehículos o externas como PlugShare o Plugsurfing que nos ayuden a saber dónde se encuentra la electrolinera o estación de recarga más cercana en todo momento). Es decir, un nuevo hábito en nuestros roadtrips será añadir la planificación de carga al viaje, tanto para acogerse a los horarios más baratos para realizarlo como para tener visión de los desplazamientos que se van a realizar durante ese ciclo de batería (depósito). Eso sí: los tiempos de carga no tienen que ser interrupciones del viaje, sino tiempos de descanso en el trayecto. En un viaje de 600 km, ¿quién no para durante al menos una hora para descansar y estirar las piernas?
Un nuevo hábito que considerar es la instalación de un punto de carga propio en el domicilio, cuyo coste medio asciende aproximadamente a 1000€ entre hardware e instalación (la carga se realiza por la noche y con la potencia media ya contratada, aproximadamente 5 kw).
Igualmente, siempre hay que contar con opciones de infraestructura externa para casos de emergencia. El coste energético, lejos de la presunción general, equivale a aproximadamente un tercio del coste de los combustibles fósiles por 100 km recorridos, por lo que el uso es mucho más accesible.
En cuanto al mantenimiento, un vehículo eléctrico visitará en muchas menos ocasiones el taller para las revisiones; y si hablamos de averías, al no contar con elementos de desgaste en el motor, se hace mucho más fiable a nivel general (además del ahorro en el gasto). Esto equivale a, aproximadamente, un ahorro de tres cuartos respecto a los vehículos de combustión interna.
Con toda esta información, cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿necesito un vehículo? ¿o puedo optar por otros medios de transporte ya sea público, ride hailing o sharing? ¿Por qué no optar por un vehículo eléctrico? ¿Por qué no realizar un análisis de coste mensual con las variantes previas respecto a un vehículo de combustión interna? ¿Y si merece la pena una inversión inicial mayor asegurando una mayor rentabilidad a largo plazo?
El mero hecho de hacerse estas preguntas y plantearse un cambio en nuestros hábitos de desplazamiento y consumo, es un primer paso necesario en el gran proceso de respeto medioambiental en el que nos debemos encontrar todos, de manera individual y colectiva.