Cómo combatir la exclusión social en el entorno laboral
Cada vez más compañías de España y Latinoamérica se enfocan en acciones solidarias y programas inclusivos para dar trabajo a los grupos vulnerables.
Lo piden los ciudadanos: ocho de cada diez en la Unión Europea. Así lo reflejó una encuesta de la European Coalition for Corporate Justice, organización dedicada a velar por las buenas prácticas de las empresas que operan en la zona euro. Esta se realizó por nueve países, incluyendo España, para saber qué esperan los ciudadanos de sus empresas cuando se habla de sostenibilidad. Y quieren, de manera aplastante, que las empresas cumplan con el medioambiente, con los derechos humanos y con los más desfavorecidos. «El modelo empresarial dominante de "el beneficio es el rey" está matando nuestro presente y nuestro futuro. Cuando la gente se une como contrapeso, podemos inclinar la balanza del poder. De lo contrario, los líderes de la Unión Europea (UE) solo escuchan lo que les dicen los grandes lobbies empresariales», afirmaba Claudia Saller, directora de European Coalition for Corporate Justice.
Uno de los frentes esenciales a trabajar es la mejora de oportunidades para los grupos en riesgo de exclusión social y su incorporación al mercado laboral. Y hay buenas noticias. En el 8ª Edición del Estudio Multisectorial del estado de la Responsabilidad Corporativa de la Gran Empresa en España, financiado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, se aprecia una subida muy remarcable de las actividades de Sostenibilidad de las grandes empresas que operan en España a los grupos en exclusión. En el anterior estudio, en 2019, el 73% de las empresas líderes en España dedicaba algún tipo de acción a las personas en riesgo de exclusión social. En 2022, son el 100%. El informe destaca: “Respecto a los resultados de 2019, se produce una evolución muy positiva con un incremento generalizado en la diversidad de colectivos vulnerables a los que las empresas dirigen su acción social. Las empresas líderes priorizan la acción social con los colectivos de género, discapacidad y en riesgo de exclusión.” Cabe destacar que el número de personas en España que se encuentran en este riesgo, es muy grande: 3,2 millones, según la fundación Adecco.
¿Cuáles son las acciones concretas que reflejan esta mejora? Pues, fundamentalmente, tendiendo puentes entre las sociedades sin ánimo de lucro y el capital privado. Un ejemplo: 40 mujeres de Madrid y Barcelona en riesgo de exclusión social devueltas al mercado laboral por la asociación entre Orange y la Fundación Quiero Trabajo. Para paliar esta situación, el programa les ofreció más de 90 horas de formación para reinsertarlas en el mercado laboral explotando, explícitamente, aquellas cualidades que ayudan a conseguir trabajo: la resiliencia, el autoconocimiento, la gestión emocional y del cambio, la asertividad, la escucha activa, la gestión del estrés o la comunicación. Pero esta ayuda no se quedaba simplemente en la formación, sino que la puerta abierta al seguimiento de si se consigue o no trabajo estaba abierta para cada una de estas mujeres: “Siempre que las candidatas tengan una entrevista de trabajo pueden volver a la Fundación Quiero Trabajo, donde se les ofrecerá servicio individual de preparación de entrevista, que incluye la entrega de un conjunto adecuado y una sesión de mentoring enfocada a la preparación del discurso”, señalaban desde la fundación en la presentación del proyecto.
Otro ejemplo. El programa Salta de Inditex, que ya va por su segunda edición, y que pone el foco en emplear a personas en riesgo de exclusión social. En su primera edición, logró incorporar a 1.500 personas en tienda, centros logísticos y fábricas de Inditex de múltiples países, incluyendo España, México o Brasil. En su segunda edición, Salta eligió centrar el foco en dos colectivos en riesgo de exclusión social: las personas trans y las mujeres víctimas de trata.
También la guerra de Ucrania, de triste actualidad, deja historias para sonreír en las estrategias de sostenibilidad enfocadas en atender a las personas en riesgo de exclusión social. Es el caso de Dasha, una actriz de Kiev que atravesó Europa entera, huyendo de la guerra, para recalar en Castellón. Gracias al programa Incorpora de La Caixa, desplegado en conjunto con el Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana Segorbe-Castellón, Dasha logró conseguir su primer trabajo en España en el sector de la hostelería, como empleada en el Hotel Bersoca.
En Latinoamérica hay numerosos ejemplos también de acciones solidarias. Algunas, como el Fideicomiso por los niños de México, del Banco Santander, llevan operando más de un cuarto de siglo. Durante 26 años, esta iniciativa ha recaudado más de 143 millones de pesos; o lo que es lo mismo, siete millones de euros que han ayudado a más de 354.000 niños en estado de exclusión o pobreza, con el acento en su acceso a la educación. Otra empresa que va camino de la década apostando por la inclusión es la Organización Corona, fundación colombiana con más de 135 años de historia. Su plan integral de ataque contra la exclusión social en el mercado laboral intenta darle la vuelta a unos porcentajes en el país latinoamericano devastadores: como el de la población colombiana con discapacidad, que solo alcanza un 15,5% de empleabilidad.
Pero no se pueden echar las campanas al vuelo. En 2018, el Observatorio de la Responsabilidad Social Corporativa, asociación sin ánimo de lucro española dedicada a elaborar informes sobre RSC en España e integrada con las principales asociaciones europeas del mismo perfil, anunciaba que España había suspendido la evaluación periódica del Comité de Naciones Unidas sobre Derechos económicos, sociales y culturales. El comité dejaba un aviso para navegantes: “Observa con preocupación que, para un país con el nivel de desarrollo del Estado parte, el índice de la población que se encuentra en riesgo de caer en la pobreza y exclusión social es alto.” La receta para mejorar, seguir, sin descanso, con iniciativas que devuelvan al mercado laboral a aquellos que más lo necesitan.