Carmen Sánchez-Miranda: “Las personas deben estar en el centro de cualquier transformación urbana”
Ante la crisis climática, las ciudades se han convertido en la principal línea de batalla. Así lo considera Carmen Sánchez-Miranda, Jefa de la Oficina de ONU-Habitat en España (el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos que opera en más de 90 países apostando por medidas ambientalmente sostenibles que mejoren la calidad de vida de las personas en las ciudades y pueblos). Ciudades como epicentros de cambio y como núcleos transformadores; ciudades que no solamente han de responder con responsabilidad ante el desafío climático sino que tienen que garantizar que todos sus ciudadanos tengan las mismas oportunidades. Urbes para todos, para todas, seguras, inclusivas, en las que los barrios ofrezcan todos los servicios básicos, educativos, culturales y verdes necesarios para prosperar.
Como hoja de ruta, ONU-Habitat publicó la Nueva Agenda Urbana Ilustrada que “ofrece definiciones claras y aplicaciones prácticas para hacer que el marco global sea más accesible y fácil de usar para los responsables del desarrollo de políticas y los profesionales urbanos, tanto dentro del Gobierno como en la amplia gama de actores interesados y dentro de la ONU. Necesitamos un enfoque más práctico para escalar y acelerar nuestras acciones”, resume el documento. Una guía específica, repleta de acciones directas y concretas, de apoyo a los gobiernos para empezar a trabajar en un futuro que ya debe ser presente. Hablamos con Carmen Sánchez-Miranda para analizar los retos inmediatos y las expectativas de las ciudades del futuro y conocer, así, en qué momento se encuentran las ciudades del mundo.
¿Qué es lo que más le preocupa de las ciudades de hoy en día y qué encuentra más prometedor?
Es cierto que en las ciudades se acentúan muchos de los retos de hoy en día, como el cambio climático o la desigualdad, pero también es cierto que son los espacios donde se concentra el potencial para acelerar las soluciones. Más que una preocupación, nuestra visión pasa por reconocer los retos y apostar por los espacios de oportunidad. Las ciudades producen más del 70% de los gases de efecto invernadero y son responsables del 75% del consumo de energía, pero son también sinónimo de crecimiento económico, empleo, movilización social, avances tecnológicos e innovaciones.
Por ejemplo, desde la aparición de la COVID-19, es cierto que los entornos urbanos han sido los lugares donde se han producido un mayor número de contagios, pero también donde se ha librado la primera fila de la batalla y, sin duda, son los lugares catalizadores de una recuperación más equitativa, verde e inclusiva que nos permita además ser más resilientes a largo plazo.
Por eso, es fundamental trabajar en aspectos legales, económicos y de planificación urbana que permitan incrementar las oportunidades. La forma y la función de las ciudades, atendiendo a su morfología y su escala, son elementos que tienen un impacto directo en la desigualdad, la inclusión, la gestión del consumo de los recursos, y la resiliencia. Si tenemos en cuenta que, hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive en entornos urbanos, la “acción urbana” se convierte en imprescindible.
¿Cuál es la propuesta desde ONU-Habitat para la ciudad del futuro?
Los retos ambientales y sociales que enfrentamos actualmente son de tal envergadura, que yo prefiero hablar de las ciudades del presente para imprimir un carácter de urgencia y aceleración a las respuestas necesarias.
En este sentido, las ciudades del presente y del futuro, deben ser, por supuesto, más verdes, saludables y sostenibles, pero también más inclusivas, justas, seguras y resilientes. Las desigualdades evidenciadas por la pandemia han demostrado que un regreso a la vieja normalidad no es suficiente, el planeta no lo aguanta. Hay que impulsar un cambio transformador que aúne las prioridades del corto y el largo plazo. No se trata de elegir, sino de alinear las luces cortas de la emergencia con las luces largas del desarrollo. Y aquí, nuevamente, los pueblos y ciudades son los entornos idóneos para liderar la transición significativa que se necesita. Afortunadamente, ya estamos viendo el liderazgo de algunas ciudades en este sentido.
Desde ONU-Habitat planteamos cuatro prioridades para la reconstrucción: la primera, repensar la forma y función de la ciudad para hacerla más sostenible y productiva a través de una planificación inclusiva; la segunda, abordar la pobreza y la desigualdad sistémica en las ciudades de manera holística; la tercera, reconstruir una “nueva” economía urbana desde una transición más ecológica y equitativa; y, por último, promover una gobernanza multinivel más integrada y cooperativa, con énfasis en el desarrollo de marcos institucionales y financieros flexibles e innovadores. Todo esto está desarrollado en el informe de Ciudades y Pandemias que ONU-Habitat lanzó el año pasado.
La Nueva Agenda Urbana, adoptada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible – Habitat III- plantea el modelo de ciudad que proponemos: compacta, mixta, integrada y conectada. Si bien los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible nos marcan las metas a las que aspiramos (el “qué”), la Nueva Agenda Urbana nos orienta en el “cómo” conseguirlos.
En el último congreso EuskalHiria en el que participó ONU-Habitat se trató la regeneración urbana como motor de transformación, ¿cuáles son los primeros pasos que debe dar una ciudad en esta regeneración?
Aunque pequemos de repetirnos, hay que insistir: las personas deben estar en el centro de cualquier transformación urbana. Y esto pasa por contar siempre con un enfoque integral que contemple no sólo las cuestiones de carácter legal y físico-espacial de esas intervenciones, sino también todos los aspectos sociales, medioambientales y económicos que las contextualizan.
Y entre las intervenciones urbanas posibles, la regeneración urbana es una de las herramientas de planificación más adecuadas para transformar las ciudades y, como hablábamos, hacerlas más inclusivas y sostenibles.
Sin embargo, el gran reto es hacer compatible la mejora de las condiciones de vida del tejido urbano existente, donde se desarrolla actividad social y económica, sin provocar el desplazamiento de la población como si fuera un efecto colateral inevitable. Es un proceso complejo que requiere un enfoque holístico: promover cambios físicos y sociales estructurales, evitando los posibles riesgos adversos (desalojos, desplazamientos, pérdida de medios de vida, gentrificación, etc.), poniendo siempre, como dije, a las personas en el centro con políticas y marcos de gobernanza sólidos.
En ONU-Habitat trabajamos por una regeneración urbana que asegure la asequibilidad, el acceso a los servicios y la participación de los residentes locales, donde el espacio público sea un elemento clave y la sostenibilidad ambiental y la prosperidad local, los ejes transversales de todas las intervenciones.
Recientemente participó en la presentación del Foro Internacional UIA 'Affordable Housing Activation: Removing Barriers' que se celebrará en mayo de 2022, ¿cómo podemos trabajar en ciudades que acojan en vez de en urbes que expulsen?
En las ciudades confluyen multitud de elementos clave para el bienestar, como la educación, la movilidad o la vivienda, entre otros. Que una ciudad segregue en lugar que atraiga puede deberse a aspectos diversos como la inseguridad, la falta de empleo o altos niveles de contaminación, por mencionar algunos. Pero por supuesto, también por la falta y las dificultades de acceso a una vivienda adecuada. Actualmente 1.800 millones de personas (más del 20% de la población mundial) vive en viviendas inadecuadas, una situación que afecta no sólo a su dignidad y a su salud, sino que les impide disfrutar de otros derechos humanos que van ligados al acceso a estas.
Ahora bien, ¿cómo es una vivienda adecuada? Contar con paredes y techo no es suficiente. Para que una vivienda se considere adecuada ha de cumplir con algunos parámetros. Por ejemplo: los ocupantes deben contar con cierta medida de seguridad en la tenencia que les garantice protección jurídica contra el desalojo, el hostigamiento y otras amenazas; la vivienda debe contar con servicios, instalaciones e infraestructura adecuada, debe garantizar la seguridad física, espacio suficiente o protección contra el frío. La ubicación, la accesibilidad y la adecuación cultural son igualmente importantes. Y, cómo no, la asequibilidad: es decir, que el costo de la vivienda no dificulte el disfrute de otros derechos humanos.
Así que, para que una ciudad acoja es indispensable que cuente con una vivienda adecuada para su población, en el sentido amplio que he mencionado, y éste es precisamente el tema que se abordará durante el Foro Internacional 'Affordable Housing Activation: Removing Barriers' que se celebrará del 18 al 20 de mayo en Madrid, liderado por la Unión Internacional de Arquitectos y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, y que cuenta con la colaboración de numerosas entidades gubernamentales y otros organismos, como ONU-Habitat.
Carmen Sánchez-Miranda pone en el ojo del huracán la urgencia de dar respuesta a las crisis naturales (que, en última instancia, han sido provocadas por el hombre) con acciones concretas y planes que aseguren una actuación inmediata. La labor de ONU-Habitat trata, en definitiva, de consolidar la capacidad de adaptación de las ciudades, de asegurar su flexibilidad y de proteger a los ciudadanos garantizando un entorno justo, pacífico e inclusivo.