Los desafíos de la movilidad urbana: cómo nos moveremos
La ficción nos enseñó que el futuro estaba repleto de coches voladores que surcaban los cielos, de incursiones en otros planetas e incluso de complejas tecnologías que nos permitirían viajar en el tiempo. Pero ni 'Blade Runner' ni 'Misión a Marte' ni 'Regreso al Futuro' se imaginaron que la batalla por la movilidad de ese futuro que es hoy estaría mucho más cerca de lo que pensábamos: en nuestras propias aceras y en el aire que respiramos.
La crisis climática es la espada de Damocles, es el mayor reto al que se enfrentan las ciudades en cuanto a movilidad: no hay transporte de futuro si no hay futuro. Los gobiernos del mundo trabajan ya en sus agendas verdes, poniendo muescas en el calendario con el cumplimiento de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) siendo Europa el continente que pretende liderar el cambio hacia la neutralidad climática para el año 2050 a través de la nueva Ley Europea del Clima.
“Actualmente la población mundial se distribuye entre rural y urbana por mitades, pero las previsiones (según la ONU) para el 2050 son que en torno al 70% de la población mundial vivirá en ámbitos urbanos, buena parte de ellos en las denominadas 'megaciudades'. Sin lugar a dudas, uno de los retos será el dar una solución de movilidad, probablemente soft (transporte público, micromovilidad, sharing, …), que permita el desplazamiento de la población por la ciudad sin generar congestiones en los viarios y sin provocar emisiones GEI (Gases de Efecto Invernadero) insostenibles. Adicionalmente, la digitalización de la movilidad, con datos abiertos en la nube, es otro de los grandes retos de las ciudades”, reflexiona Juan Alfaro, socio de Financial Advisory de Deloitte especializado en la industria de Transportes y Movilidad.
¿Es posible dar salida a todas las necesidades de movilidad de la población y salvaguardar el planeta? Los expertos coinciden en que sí, a través de la creación de ciudades inteligentes (que, apoyadas en el big data, sepan interpretar la gran cantidad de datos provistos por vehículos, ciudadanos, semáforos...) que se anticipen a las necesidades de las ciudades del futuro. Pero... ¿por dónde empezar?
- La movilidad es un derecho y un elemento de cohesión social: el individuo tiene que convertirse en el centro del debate. Juan Alfaro (Deloitte) define un modelo de movilidad ideal como aquel “que soluciona las necesidades de los usuarios, que tienen mucho que ver con llegar desde el punto de origen al de destino de manera rápida, cómoda, barata y sostenible y cada vez menos que ver con cuál es el modo de transporte que se usa para ello. Hay, por tanto, una traslación hacía la movilidad como servicio”. La movilidad será, por tanto, accesible a toda la población, inclusiva y asequible. Y las innovaciones tecnológicas tienen que ir más allá de la máquina, dando respuesta a las necesidades del individuo. Esto obligará a repensar la configuración urbana dominante: si se reduce el tráfico rodado en la ciudad ¿qué alternativas se ofrecen?
- La multimodalidad ha llegado para quedarse: patinetes eléctricos, carsharing, bicicletas eléctricas... Ya están aquí pero, ¿se integran de manera lógica en la ciudad? “Es difícil entender que son nuevos modos de transporte si no están incluidos en la tarjeta de transporte público, por ejemplo. La multimodalidad ha de coexistir y convivir con el resto de medios de transporte a través de un uso más lógico, ¿acaso no tiene más sentido que las motos eléctricas se encuentren en los barrios de la periferia y sirvan para acceder al centro? Hay ciudades que ya trabajan en añadir puntos de carga de patinetes en las proximidades de las marquesinas de los autobuses para facilitar la movilidad de uno a otro medio de transporte”, reflexiona Rafael Ruiz, Director asociado en Arup, donde es el responsable del grupo de consultoría de movilidad.
- Restricciones en zonas de congestión. La gran apuesta de las ciudades: restringir el tráfico rodado en el centro de las ciudades, descongestionarlo para reducir las emisiones y devolver las calles al peatón. ¿Pero cómo? ¿Siempre a través de la sanción o la tarifa, como es el caso de la Congestion Charge de Londres? “Un coche no debe sentir la misma prioridad en el centro de Madrid que en la M50. Es importante establecer una jerarquía de prioridades, de tiempos y de espacios. Que los semáforos del centro prioricen el paso de peatones con más segundos implica un coste de oportunidad para el conductor (quizás se plantea no volver al centro en hora punta si 'pierde' tanto tiempo)”, explica Rafael Ruiz (Arup). El futuro de la ciudad ha de ser más consciente, ha de comprender e implementar un uso racional de los diferentes modos de transporte.
- Fomento de la movilidad sostenible entre empresa y trabajador. ¿Cómo agilizar la movilidad responsable entre el hogar y los centros de negocio? “En términos de movilidad, no prevemos que la pandemia sea tan disruptiva como podía parecer; ya estamos recuperando los 'hábitos' pre-Covid, solo hay que ver los atascos en las grandes ciudades”, confirma Juan Alfaro de Deloitte. El teletrabajo vuelve a ser una quimera pese a los datos del último año: “si se reduce la movilidad obligada por teletrabajo un día a la semana, el tráfico se reduce un 20%”, afirma Rafael Ruiz (Arup). La empresa se reafirma, por tanto, como un factor fundamental frente a la carbonización: informar, concienciar y proponer recursos alternativos, han de ser las vías de actuación. ¿Y si la empresa aboga por financiar el abono transporte o el uso de medios de transporte sostenibles frente a los abonos de plazas de garaje? Desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) llevan más de una década ayudando a la elaboración de planes de transporte al trabajo para evitar los tres impactos negativos del desplazamiento laboral: económico (costes de transporte), social (exclusión social y territorial) y ambiental (carbonización del ecosistema). Pero la empresa es la que tiene la última palabra.
- Una regulación que dé apoyo y promueva la innovación. Es preciso, para canalizar todas estas medidas, un marco regulatorio abierto a la conversación pero homogéneo en la ejecución. Rafael Ruiz, Director asociado en Arup, añade: “La estrategia de movilidad de una ciudad no puede ir a ritmo de titular ni de legislatura, y tiene que que tener un objetivo claro que trascienda la política”.
- Un largo (pero firme) camino hacia la Smart City. Para que todo lo anterior funcione, los datos son imprescindibles. Desde la letanía de un semáforo en rojo pasando por la lectura de datos para entender la congestión por zonas o la tecnología para acceder a un servicio de transporte compartido. Más información implica mayor eficacia: “España se enfrenta a la imprescindible necesidad de impulsar la movilidad sostenible, reduciendo el volumen de tráfico rodado, especialmente en las ciudades, a la vez que se promueven las modalidades de transporte no motorizados y la penetración de la movilidad eléctrica y los cambios modales. A esto se suman las medidas para la mejora, electrificación y uso de la red de transporte público. La digitalización, el uso del big data y la monitorización serán factores clave en esta movilidad 'verde' y del futuro”, reza el plan de Desarrollo Sostenible de 2030 del Gobierno de España.
Los coches voladores se han cambiado por Hyperloops y drones para pasajeros, y los vuelos espaciales todavía son privilegio de unos pocos. Esa movilidad futurista permanece en la pantalla grande y, en nuestro día a día, la batalla busca conseguir ciudades más habitables.
La pandemia nos ha hecho más conscientes de nuestro tiempo, de nuestro entorno y de un modelo de ciudad amigable e inclusivo. Y solo hay un camino para conseguirlo: una movilidad compartida, inteligente y siempre sostenible.