Continente resiliente, ciudades resilientes
Las ciudades producen el 67% de las emisiones de carbono. Por eso, deben liderar la lucha contra el cambio climático. Damos un paseo por las principales ciudades de Latinoamérica para narrar su resiliencia y la capacidad de adaptación a los grandes desafíos que comprometen al planeta y a la humanidad.
El ser humano contemporáneo es una criatura esencialmente urbana. Desde el año 2008, la población urbana adelantó a la rural a nivel planetario y, actualmente, el 54,5% de la población del planeta reside en las ciudades. Una cifra alcanza el 75% si hablamos de Europa y el 82% en el caso de Estados Unidos. Las previsiones hablan de un crecimiento tal que en 2050 se prevé que el 70% de la población mundial se concentre en ciudades y megaciudades. Por tanto, es en ellas donde se consumen más cantidad de recursos y donde se emiten más gases de efecto invernadero. Y será en ellas en donde se tendrá que generar el cambio de rumbo que precisa la humanidad en un entorno de emergencia climática. En un planeta urbanizado, la nueva revolución de la humanidad debe nacer y crecer en las ciudades para hacer frente al enorme desafío ambiental. La pregunta es sencilla, ¿cómo contribuyen las ciudades en la adaptación y mitigación al cambio climático? ¿Cuáles son las principales urbes que están haciendo bien los deberes y servirán de ejemplos a los demás? En estas líneas, vamos a viajar sin emisiones de CO2, con el dedo sobre el mapa, para conocer las revoluciones silenciosas que tejen las principales ciudades de Latinoamérica.
De Buenos Aires a Santiago de Chile
En la capital argentina, el llamado Plan de Acción Buenos Aires 2030 marcó el inicio de un liderazgo de la ciudad en los desafíos del mundo a través de una fuerte política medioambiental que incorporó a todos los ciudadanos en políticas públicas como por ejemplo el reciclaje, el cambio de bombillas térmicas a luces LED y la prohibición de uso de bolsas de plástico. Nuevas plantas de tratamiento de residuos MBT han liberado a la ciudad de sus emisiones pasadas mientras que, por su lado, la creación de la Red de Expresos Regionales y la extensión de la red de Metrobus han supuesto una revolución en el transporte de bajas emisiones que pone a la ciudad en la senda de la mitigación. Eduardo Macchiavelli, Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires, prometió que el 100% del alumbrado público empleará tecnología LED, mientras la plantación de 130.000 nuevos árboles en la ciudad promete parques enteros que actuarán como sumideros de carbono para compensar la huella de consumo de combustibles fósiles.
En el Área Metropolitana de Santiago de Chile, la naturaleza es todo un desafío. Cada vez se dan mayores eventos de calor extremo e inundaciones que se suman al gran reto de la disponibilidad de agua y energía. No obstante, hasta ahora se conoce poco sobre quiénes son los grupos y lugares más vulnerables, y qué estrategias de adaptación a nivel municipal son necesarias para enfrentar los impactos. Las acciones de mitigación que manejan sus gobernantes pasan por proponer una visión del sector energético confiable, sostenible, inclusivo y competitivo que contempla un Plan de mitigación de gases de efecto de invernadero para el sector energía. En cuanto al transporte, la política chilena se centra en la eficiencia energética de los vehículos con el objetivo en el 2050 para estar a la par del mundo en eficiencia energética en los distintos modos de transporte y parte de una estrategia de Electromovilidad. Sin embargo, lo más radical de las estrategias del nuevo Santiago de Chile pasa por la arquitectura: La llamada Estrategia Nacional de Construcción Sustentable pretende extender la ecoarquitectura a todo el país, sembrando la semilla de una nueva revolución.
De México a Bogotá
En pleno aniversario por los 500 años de la llegada de Cortés, México saca pecho en un proceso de modernización basado en el cuidado del gran recurso de la vida, el agua. Nuevos tanques y depuradoras trabajan para dignificar a más de 10 millones de personas que no tienen acceso al agua. Para empezar, la Ciudad de México, una de las grandes urbes del mundo, en la que viven 22 millones de personas, ha centrado la lucha contra el cambio climático y crea a la vez oportunidades de negocio capaces de autofinanciarse. Los problemas a los que se enfrenta el DF son una población creciente, así como una mayor demanda de transporte, energía y agua. Retos que deben conjugarse con su vulnerable ubicación geográfica, expuesta a constantes desastres naturales de magnitudes devastadoras, como terremotos y huracanes. Diana Alarcón González, Coordinadora general de asesores y asuntos internacionales del gobierno de la Ciudad de México, señala que la ciudad se centra en siete esferas a la hora de la sostenibilidad ambiental: “ecologización de las zonas urbanas y rurales, recuperación de ríos y masas de agua, gestión sostenible del agua, eliminación de la basura, transporte integrado y sostenible, calidad del aire, y creación de una ciudad solar”. Un plan ambicioso entre cuyos titulares incluye plantar 20 millones de árboles, reducir las emisiones en un 30 % e introducir corredores de cero emisiones para los metrobuses o crear nuevos sistema de transporte de energía limpia, que van desde los buses eléctricos al nuevo Cable Bus es un telesilla gigantesco que se despliega por los barrios humildes y sobrevuela las distancias conectando hasta 140.000 pasajeros al día. Además, la ciudad de México sueña con extender el uso de la energía solar a los hospitales y edificios públicos y darle a los nuevos edificios un espíritu bioclimático regulado por un nuevo código de construcción.
La capital colombiana, tan maravillosa al contemplarla desde el mirador de Monserrate, es un nido de malos humos y circulación caótica a pie de calle. Su Plan de Acción Climática regulado para 2020-2050 pretende servir como hoja de ruta para que Bogotá cumpla los objetivos las metas de mitigación y adaptación al cambio climático. La ciudad está expuesta a los antojos de un clima desregulado y desastres naturales como una granizada reciente en la ciudad o pasadas inundaciones que sufrió Bogotá entre 2010 y 2011 por el Fenómeno de la Niña, nos recuerdan que la ciudad debe estar preparada para enfrentar las diferentes condiciones climatológicas que se esperan en el futuro próximo y lejano. Claudia López Hernández, la alcaldesa de la ciudad asegura que “La mejor inversión de Bogotá para ser carbono neutrales, en el 2050, es basar nuestro Sistema Masivo de Transporte en una red eléctrica, libre, limpia, sostenible, pública, no solo urbana, sino regional. Sustituir buses diesel, como base del sistema masivo, por una red de Metro”.
Latinoamérica como eje para el cambio climático
Latinoamérica despierta con múltiples acciones para adaptarse a los desafíos y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. Un reto de tal magnitud que requiere del esfuerzo de todos los sectores de la sociedad. Los mantras conocidos, del uso de la bicicleta en los desplazamientos cotidianos, la separación de residuos, el cambio a bombillas de bajo consumo, plantar árboles o utilizar energías renovables, se unen a nuevos modos de transporte limpio y eficaz que pueden rescatar a las megaurbes latinoamericanas de sus embotellamientos sempiternos. Porque, de Lima a Sao Paulo, la constante de polución y transporte privado se antoja como uno de los grandes retos.
Las grandes ciudades de Latinoamérica, grandes consumidoras de recursos y grandes emisoras son altamente vulnerables al cambio climático debido a su gran dependencia a infraestructuras interconectadas y la presencia de poblaciones vulnerables.
La revolución verde comienza aquí. En las ciudades, en sus ciudadanos, está la gran innovación y la gran respuesta.