Entre utopía y realidad: proyectos que definen la ciudad del futuro
Monumentales edificios diáfanos, estructuras gigantes minimalistas, arquitecturas verticales inmensas, tráfico aéreo a ras de rascacielos... Si pensamos en la ciudad del futuro, probablemente lleguen a nosotros fotogramas de la 'Metrópolis' de Fritz Lang o los paisajes de 'Dune' de Denis Villeneuve. Nuestro imaginario está lleno de fotografías futuristas y en las que la tecnología y la arquitectura así como los medios de transporte fantasiosos van de la mano. También, se encuentra repleto de toques apocalípticos que ahondan en la crisis de recursos y el agotamiento de la Tierra.
La sostenibilidad aparece, siempre, como esa gran asignatura pendiente en el pasado que augura consecuencias distópicas en el mañana. ¿Cuánta de esta imaginación cinematográfica llegará a hacerse realidad? Y la pregunta clave: los arquitectos y urbanistas de hoy en día, ¿qué tienen entre manos? ¿cómo atajan los principales problemas ecológicos? ¿qué proyectos se están impulsando ahora mismo para las venideras décadas?
Hablamos de cinco planes revolucionarios que cambiarán el mundo tal y como lo conocemos y en los que la sostenibilidad impregna cada decisión.
1. Powered by Ulsteinvik (del estudio Kaleidoscope Nordic)
Construir y planificar según manda la tierra, aprovechando las potencialidades del medio y la disposición natural adaptándose al entorno. Y no al revés. Esta es la sencilla clave del estudio noruego-finés para imaginarnos en el mañana: mimetizados con lo que nos rodea, “estudiando los ciclos naturales y los flujos de energía”, como definen desde Kaleidoscope Nordic.
Ulsteinvik es una localidad costera de Noruega que, pese a su pequeño tamaño, presume de cultura, naturaleza y playas frías, sí, pero impresionantes. En ella, Kaleidoscope Nordic imagina cuatro niveles de ciudad: Blåtur (el “camino azul”, es decir, el paseo marítimo en el que se crearán lugares de juego y aprendizaje para los más pequeños que compartirán espacio con la actividad empresarial), SmartHub (una gran plaza pública peatonal y ajardinada en torno a un edificio en donde cultura, negocios y vida en comunidad se unen), Generation Gardens (zonas verdes, adaptadas, inclusivas y seguras) y Circular Neighborhoods (viviendas adaptadas a la economía circular, que recogen el agua de la lluvia, que cuentan con un invernadero vecinal y grandes espacios para vivir en comunidad). El centro de la ciudad pasa a ser una zona eminentemente peatonal, con una red inteligente de transportes en la que los autobuses eléctricos autónomos mandan.
Y dos máximas: la tecnología ayudará a sacar el potencial a cada zona (sin agotarla) y la naturaleza marcará los ritmos. ¿Cómo? Con lo que el estudio denomina SmartPergola, un módulo fotovoltaico que generará energía en las zonas comunes pero también en los edificios (paneles solares que producirán energía y la aportarán a la red local).
2. The Cancun Smart Forest City (de Stefano Boeri Architetti)
Una ciudad-bosque en la que los edificios se visten tupidos trajes verdes, llenos de árboles y plantas, de oxígeno y de vida. Una ciudad literalmente verde, que allá donde se expande nuestra vista muestra un paisaje natural y exuberante y donde el asfalto existe pero no domina. Esta es la idea de Stefano Boeri Architetti y el proyecto que se encuentra en fase de aprobación en una zona boscosa de Cancún.
Traduzcámoslo en cifras: 557 hectáreas que serán el hogar de 130.000 vecinos, ¿o deberíamos decir 'jardineros y horticultores'? La idea de Forest City no es, sencillamente, vivir rodeados de vegetación, sino hacerse cargo de ésta, comunidad a comunidad, asegurando entre todos que las más de 120.000 plantas de 350 especies diferentes vivan, respiren y transformen unas 116.000 toneladas de dióxido de carbono en oxígeno.
El plano de The Cancun Smart Forest City revela una organización rectangular en la que el verde es el color predominante, así como las zonas de negocios y de energías renovables: una torre desaladora da la bienvenida a la ciudad, asegurando la provisión de agua; un sistema de placas solares, zonas de cultivo de alimentos e invernaderos, apuestan por la economía circular y autosuficiente. Además, dos hubs de transportes, estadios, centros de conferencias y negocios, puertos y actividades marítimas... Y una red logística inteligente y eléctrica, además de una serie de canales navegables que evitan el tráfico en el interior de la ciudad. La rutina del ciudadano, entre los negocios y el entretenimiento, siempre teñida del verde de más de 7.5 millones de especies vegetales.
El hecho de revestir las construcciones urbanas de plantas, aportará el escenario perfecto para la vida de insectos, pájaros y mamíferos, además de mejorar el entorno de la ciudad y la vida de sus habitantes. La vegetación absorbe las emisiones contaminantes, tales como el CO2; por ello, se convierte en la gran apuesta de Stefano Boeri para disminuir la temperatura del aire así como evitar la contaminación sonora a través de la biodiversidad.
Y un ambicioso objetivo: exportar el modelo a todo el mundo, empezando por Liuzhou, localidad china que ya trabaja en la construcción de la primera fase del proyecto; y siguiendo por San Marino, Tirana y, por supuesto, Cancún, que ya han mostrado su interés por convertir sus ciudades en verdaderos bosques.
3. La Manzana Verde (de Langarita-Navarro)
Una ciudad “mediterránea, integrada, adaptada y sensible” es el objetivo del proyecto de La Manzana Verde del estudio español Langarita-Navarro para la ciudad de Málaga. La sensibilidad como parte inherente del nuevo urbanismo, poniendo en valor la necesidad de entender cómo interactúan los actores de la ciudad y sus ciclos de vida.
“El proyecto incorpora por un lado las inteligencias múltiples que se han dado en torno a la cultura mediterránea durante siglos: la materialidad híbrida, el carácter hedonista, la termorregulación del jardín árabe, el pensamiento democrático y la diversidad o la integración”, reza el proyecto.
La manera de llegar a ello es a través de un sistema de estratos: duros (estructuras de hormigón, calles, instalaciones...), blandos (aquellos que permiten la participación activa de los habitantes, como vegetación, textiles...), urbanos (la agrupación de ambos en un sistema complejo).
La convivencia entre los estratos se rige a partir de 4 vectores que funcionarán como manuales de sostenibilidad: complejidad urbana (es decir, tener en cuenta la diversidad de necesidades y deseos de los habitantes evitando la zonificación), metabolismo urbano (cómo se producen los intercambios energéticos e hídricos con el medio, tratando de minimizar los residuos inútiles), biodiversidad urbana y cohesión social (favorecer la comunicación y el encuentro entre vecinos y con el entorno), habitabilidad del espacio público y movilidad sostenible (apuntan a la desaparición del vehículo particular y la “aparición de sistemas de movilidad compartidos, anunciando una reducción considerable de las plazas de aparcamientos necesarias por habitante”).
4. The Orbit (del estudio Partisans)
Innisfil es un “barrio” situado a 60 km del norte de Toronto con una población de 36.000 habitantes. Estos 45 minutos de distancia desde Toronto marcan la diferencia: en Innisfil uno se escapa de la vorágine de la ciudad arrullado por la naturaleza y la proximidad al lago Simcoe. Y fue esto, precisamente, lo que pensaron desde el estudio de arquitectura Partisans cuando concibieron The Orbit: la pandemia puso en valor cuestiones olvidadas, como la necesidad de entornos verdes, la importancia del espacio vital y el acceso al aire libre. Todo ello se tuvo en cuenta para diseñar “el barrio que seremos”.
Innisfil inaugurará en 2022 una nueva central de transportes: GO Train Station, con trenes de alta velocidad y grandes espacios de aparcamiento que, se presume, animará a más canadienses a mudarse a las afueras de Toronto. Y así nace The Orbit, “con una visión innovadora y ambiciosa de vivienda e infraestructuras para mantener un entorno responsable, disuadir el tráfico, apostar por la descentralización de servicios y animar al desarrollo de otras áreas cercanas”, expresan desde el estudio.
¿Cómo? Conectando a sus ciudadanos con un plan de fibra óptica que recorra edificios públicos y calles, y diseñando ideas futuristas como la instalación de puertos de drones y la implantación de una gran flota de coches autónomos. Además, creación de nuevas viviendas, locales para negocios minoristas, espacios flexibles diseñados para diferentes usos, restaurantes y espacios de bienestar... y rutas de autobuses que conecten toda la ciudad así como zonas de aparcamiento conectadas con medios de transporte públicos, carriles-bici y grandes pasarelas peatonales.
La primera fase del proyecto se desarrollará en los próximos 3-5 años: “The Orbit es el prototipo de ciudad-jardín del siglo XXI que cambiará el modelo de expansión urbana por un diseño sostenible de las ciudades del futuro”, sentencia Alex Josephson, socio de Partisans.
5. La ciudad autosuficiente (de Guallart Architects)
El estudio del valenciano Vicente Guallart ganó, en 2020, un concurso internacional para promocionar la zona de Xiong’an, a una hora de la ciudad de Pekín. La crisis pandémica hizo que el estudio centrase sus esfuerzos en estructuras sostenibles y autosuficientes, consistentes en cuatro manzanas residenciales en las que los ciudadanos viven, trabajan, aprenden y se entretienen. Concebida en pleno confinamiento, La ciudad autosuficiente responde a las necesidades de una sociedad pospandémica, donde la cercanía de los servicios y los espacios amplios y verdes, son la regla.
Sostenibilidad y autosuficiencia que se traducen en: edificios de madera, que generan su propia energía y recursos gracias a la disposición de huertos comunitarios en azoteas y placas solares. Pero también comunidad y salud mental: con amplias zonas abiertas vecinales para descansar y jugar, conexión 5G, terrazas en cada vivienda... y una red de servicios de proximidad, tales como mercados, guarderías, piscinas, residencias de mayores...
En un momento de incertidumbre y nerviosismo, el estudio se preguntó ¿qué necesitamos para ser felices y vivir con comodidad? ¿cómo habitar de manera sostenible y cercana? El futuro, al fin y al cabo, pasará por cuestionarse esto mismo.
Proyectos que no son sueños y que serán realidades, y que teorizan sobre las necesidades futuras en entornos complejos. Y todos, aunque proceden de diversas partes del mundo, parten de la sostenibilidad como eje principal y centro de la conversación; a partir de la sostenibilidad se derivan el resto de acciones y decisiones, que podríamos resumir en tres discursos: La ciudad del futuro se adaptará al entorno, y no al revés, y garantizará espacios verdes comunitarios participativos e inclusivos. El transporte ha de ser compartido, eléctrico y multimodal, garantizando la conectividad entre las zonas de negocios, las áreas comerciales y las viviendas de manera rápida, económica y sostenible. La ciudad del futuro trabaja en entornos de economía circular, la sostenibilidad, y avanza hacia el zero waste.