Los libros sueñan con ser verdes
¿Qué huella deja la cultura? En el día del Libro, parece que plantear esa pregunta solo puede llevar a respuestas inspiradoras sobre cómo leer nos transforma. Pero hay otra respuesta posible; precisamente, la literal. ¿Qué huella (de carbono) deja la cultura? ¿Y cómo se puede minimizar?
Las soluciones llevan rondando una década desde múltiples fuentes del sector del libro. Y tanto España como Europa han sido pioneras. Greening Books (Libros más verdes) fue un proyecto de la Unión Europea, gestado en Barcelona por una colaboración entre centros tecnológicos de la Generalitat (Leitatt y Simpple) y una compañía especializada en publicación ecológica (El Tinter). El resultado de este proyecto fue una publicación con un título muy claro: El manual del buen Ecoeditar.
Las 136 páginas prolijas en datos que revelan cómo se distribuye el impacto medioambiental en la creación de un libro. La manufactura de sus dos productos principales, papel y tinta, se llevan la parte del león en el impacto ecológico (entre un 70% y un 26% de las distintas categorías de deterioro ambiental presentados por el estudio). Pero el proceso de impresión y el diseño en sí mismo también son grandes consumidores de energía. Ni siquiera se libra, valga la redundancia, el libro, cuando hablamos de publicaciones digitales. Un estudio de The Shift Project estima que en 2025 el consumo de Internet se habrá doblado y su huella de carbono será el doble de la industria aeronáutica, superior al 7% del global de emisiones de dióxido de carbono. La lectura de artículos, ebooks o posts en redes sociales también entra en este consumo. Y otro aspecto poco comentado es el de las devoluciones. El presidente de la Federación Norteamericana de Editores reconocía en una entrevista a NPR que el 25% de los libros impresos retornaban a los almacenes.
¿Y cómo se soluciona este impacto? Tanto Greening Books como la Junta de Andalucía establecieron un recetario en sus respectivos manuales. El capítulo 9 del Manual de Ecopublicar de la Junta de Andalucía ataca todos los pasos de creación de un libro con consejos muy específicos. Por ejemplo, que nunca se deben de usar más de cuatro tintas en un proceso de impresión o que el papel de cualquier libro que compremos incluya “etiqueta ecológica de la Unión Europea: Ángel Azul, Cisne Nórdico o equivalente”. El uso de tintas vegetales también se marca como uno de los axiomas clave para reducir la huella de carbono.
El enfoque de ecoedición comienza a permear a los grandes agentes del libro. Manuel Gil, director de la Feria del Libro de Madrid, habló del papel clave que jugaba la sostenibilidad para el sector. En la Revista Tramas y Texturas, Gil publicó un artículo bajo el título El desafío de la ecoedición en España, destacando la adopción de editoriales como Random House o Planeta ya estaban implantando las certificaciones FSC y PEFC, protocolos internacionales que acreditan que el papel de sus libros viene de bosques ecológicos. En el dossier de prensa oficioso de la Feria, se recogió la ecoedición como uno de los asuntos clave del sector del libro, destacando, precisamente, la necesidad de que el lector sea informado de lo ecológico del libro que compra. Y durante la edición de 2021 de la Feria Internacional del Libro, Liber, una de las mesas redondas estuvo precisamente dedicada a la Ecoedición, con presencia de los actores principales del sector como José Ramón González, jefe de Servicio de Publicaciones del Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN) o Carlos Reinoso, director general de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (ASPAPEL).
Pero, de momento, las editoriales que se declaran abiertamente ecoeditoras florecen más en el sector independiente del libro. La editorial gallega Catroventos, por ejemplo, asevera ser una cooperativa donde el primero de los puntos clave de su edición es la sostenibilidad: “Toda nuestra actividad productiva y económica tiene que ver con la naturaleza [...]. Esto se concreta en la apuesta por papeles certificados o reciclados, tintas vegetales y cadenas cortas de producción y en el estudio de vías para compensar nuestras emisiones.” La catalana Pollem ediciones sigue los estándares marcados por Greenin Books y muestra en su etiqueta el impacto ecológico atribuido al ejemplar que compra el lector. Y la también catalana Plataforma Editorial ha apostado por una manera original de compensar su impacto ecológico: plantar un árbol a cambio.
Pero en el futuro podría haber revoluciones mucho mayores que prescindieran de los árboles y las tintas como conocemos. Investigadores chinos lograron en 2016 presentar un papel digital, reescribible hasta 40 veces, con una resolución idéntica a la del papel convencional. Una lámina de óxido de tungsteno y un polímero soluble en agua obraron el milagro. Las imágenes se degradan al aire y su duración solo es de días, pero los investigadores se mostraban optimistas de que si existe un interés de la industria en explorar la viabilidad de estos formatos para la impresión, la posibilidad tecnológica está ahí.