El arte de dar conferencias: 5 consejos para lograr el éxito
Hace tiempo que nos dimos cuenta que lo de esperar a que tu trabajo hable por sí solo de ti y de tus capacidades ya no se estila. Que además de ser buen profesional, buen compañero, cumplir con tu trabajo en los plazos y en la manera estipulada, hay que darle visibilidad e ir construyendo, poquito a poco, tu marca personal, ese nombre que cuando se escuche se asocie a referente en tu campo laboral.
Moverse en redes sociales para anunciar logros, compartir publicaciones, recomendar a otros compañeros o redactar posts en los que contemos el desarrollo de algún proyecto o cómo nos hemos enfrentado y resuelto nuestro último reto puede ser un buen punto de partida. También el de escribir artículos en medios especializados en nuestra materia que nos vayan posicionando como una voz autorizada.
Ahora bien, para dar un paso más y, además de ganar visibilidad, realizar networking, conviene asistir a eventos. Si también queremos continuar formándonos y reciclándonos, tendremos que participar en cursos y talleres, y acudir a charlas y ponencias. Y llegado el caso, por qué no, subir de nivel y animarnos a ser nosotros quienes demos esa conferencia.
En este artículo de Cinco Días cuentan que Daniel Romero-Abreu, presidente de Thinking Heads, empresa internacional que asesora y posiciona perfiles de conferenciantes, define al buen conferenciante como “alguien que tiene algo que aportar, lo concreta y crea un método para llegar a que otras personas quieran escucharle”.
Esto va de hablar, sí; pero también de tener claro que el tiempo que vas a pasar sobre un escenario es solo la punta del iceberg de todo el trabajo que hay detrás. Porque que tu conferencia sea un éxito depende de la preparación previa que hayas realizado.
He aquí cinco consejos que pueden ayudarte a lograr los resultados esperados:
1. Define tu marca personal
Si el objetivo de dar conferencias es lograr visibilidad para tu trabajo y, de esta manera, fortalecer tu branding personal, lo primero que tendrás que hacer es determinar cuál va a ser tu posicionamiento estratégico. Con ello en mente, el siguiente paso es no perder el foco y asegurarte de que los temas de tus charlas y ponencias estén alineados con ese posicionamiento. Lo contrario sería, como explican en este post de LinkedIn, perder oportunidades de potenciar tu marca.
Además de la marca, resulta interesante también decidir cuál será el sello personal que imprimirás a tus conferencias. ¿Adoptarás un tono de humor? ¿Uno más informativo? O, por el contrario, ¿preferirás uno persuasivo o inspiracional? Que se te asocie con una manera concreta de hablar en público ayudará a que te diferencies de otros conferenciantes.
2. Desarrolla la idea principal de tu conferencia y prepara tu esquema y tu guion
Como explican en el Manual del orador de las TED Talks, “tu idea puede ser nueva o sorprendente, o puede poner en cuestión las creencias de tu público. También puede tratarse de una sencilla gran idea que se asiente sobre un argumento nuevo y convincente”. Recomiendan resumirla en una o dos frases y después plantearse tres preguntas: ¿es nueva? ¿es realista? ¿es interesante? Cuando tu respuesta a las tres sea afirmativa, podrás proceder a definir el esquema de tu conferencia.
El esquema no es más que tener clara la estructura que le darás a tu conferencia. Existen múltiples modelos para organizar una charla y todos tienen en común cuatro puntos: introducción, cuerpo del mensaje, conclusiones y cierre.
Con este recorrido en mente, es posible escribir el guion. Como experto en la materia o buen conocedor de aquello de lo que hablas, es probable que te resulte complicado decidir lo que dejarás fuera. Para ello, puedes recurrir a trucos como hacer una lista de todo lo que quieres contar e ir prescindiendo de aquellos datos que ya son conocidos por tu audiencia y priorizar aquellos otros sin los cuales no tendría sentido el resto de tu ponencia. Es recomendable apostar por un lenguaje sencillo, verbos en presente y dar más peso a información empírica que a las anécdotas. E importante, no des nunca nada por sentado: comprueba cada dato y afirmación que incluyas en tu guion.
Rizando el rizo, quienes más saben de esto, hacen dos apuntes extra. El primero, ten tu charla base preparada. Será tu punto de partida para cualquier conferencia que des y solo tendrás que realizar cambios específicos para adecuar el conjunto de la ponencia a cada audiencia. El segundo, elabora tu esquema y tu guion. Conócelos bien, pero nunca te los aprendas de memoria.
3. Crea diapositivas y ensaya tu conferencia apoyándote en ellas.
En este punto, es necesario hacer una aclaración: no todas las conferencias tienen que ir acompañadas de diapositivas, aunque sí que es cierto que, bien hechas, constituyen un importante elemento de apoyo a nuestro discurso. Y es que, pueden servir para contextualizar nuestra ponencia, dar ejemplos visuales, profundizar en ciertas explicaciones, exponer cifras… Es importante que no confundan al público. Para ello, se recomienda que sean sencillas, que cada diapositiva trate un único punto, que sean muy visuales con fotografías, imágenes y gráficos, reducir la cantidad de texto, utilizar tipografías legibles… Antes de realizar tu charla, habla con los organizadores para conocer si hay algún aspecto técnico que tengas que tener en cuenta para que no interfiera en tu presentación.
Con la presentación preparada, el siguiente paso es ensayarla y hacerla tuya. Practica tanto como puedas, tú solo o con público. Escucha el feedback que puedan darte. Calcula los tiempos, aprende a controlar tu postura y a ser capaz de hablar durante un rato estando en un punto fijo, sin moverte ni balancearte de un pie a otro. No olvides solicitar tiempo para poder hacer pruebas en el escenario real en el que tendrá lugar la conferencia. Así conseguirás también familiarizarte con el espacio.
4. Conecta con tu audiencia
Has venido a dar información, sí; pero te resultará prácticamente imposible que tu mensaje cale si no consigues captar la atención de tu auditorio. Existen diferentes formas de lograr una primera aproximación y de después ir cultivando el acercamiento. Contar con un inicio atractivo que despierte su curiosidad, sin duda, te allanará el terreno. A continuación, hay quien opta por indicar cuánto va a durar la conferencia para que los asistentes se hagan una idea del tiempo que permanecerán allí; otros por utilizar una historia que sirva como hilo conductor y hay quien va salpicando de anécdotas y ejemplos su exposición. Apostar por la interacción con el público también resulta interesante para dinamizar. Usar un lenguaje sencillo que no les distraiga, apelar a sus emociones y dar con ese final redondo que hagan que recuerden tu conferencia son otras de las estrategias más empleadas.
5. Aprende cómo funciona tu voz
Con la voz persuadimos y aún así, no solemos prestarle la atención que se merece cuando nos enfrentamos a la preparación de una conferencia. “La voz tiene una poderosísima influencia en nuestro día a día, básicamente porque es el vehículo de transmisión del mensaje”. Quien habla es Emma Rodero, Communication and Public Speaking Specialist, y lo hacía durante la charla TEDxMalagueta sobre estrategias para sonar creíble.
Durante los 16 minutos que dura su conferencia y teniendo en cuenta las características de la voz (intensidad, tono, timbre y duración), consigue hacer un resumen de cómo deberíamos usarla para presentarnos ante el mundo en una charla. No en vano, la voz también refleja nuestra personalidad y nuestro estado de ánimo.
De esta manera, Emma sostiene que debemos apostar por una intensidad enérgica para que se nos escuche bien, lo cual no quiere decir gritar. También recomienda que nuestro tono sea grave frente al agudo, ya que se percibe como más agradable y atractivo. Anima, asimismo, a trabajar la entonación para no sonar monótonos, evitar los discursos cantarines y conseguir que nuestras frases suenen algo más agudas en los inicios y más graves al terminar. Del timbre asegura que tiene que ser abierto, y que esto se consigue sonriendo. Y sí, también comenta el tema de la velocidad y de cómo aquellas personas que hablan un poquito más rápido de lo habitual se perciben como más inteligentes, dinámicas y extrovertidas; pero que, como ocurre con la entonación, lo ideal es jugar y apostar a pasar de las partes donde tendemos a ser veloces a otras en las que reducimos el ritmo. No en vano, lo más importante se dice lento.
A partir de aquí, llegaría el momento de disfrutar. A ello, puede ayudarte tener en cuenta varios aspectos: llevas el trabajo preparado y ensayado, y conoces de lo que vas a hablar. Asume que es normal estar nervioso y quítate presión: es solo una charla. Quítate más presión aún: en algún momento te equivocarás, es probable que solo tú te des cuenta y, en caso de no ser así, nadie espera de ti la perfección.